9.3.10

Kosančićev venac

Cuando camino por las calles
los locos y las locas me siguen, me buscan, me hablan
y yo hablando pero en silencio;
los perros también se acercan, me huelen.
¿Qué saben de mi? No más que yo de Dios.
¿Qué es esta forma de presente? Instante desplegado
y vuelto a plegar.
Pisa fuerte el pasto y presta atención,
pliega tus plegarias para llevarlas siempre en el bolsillo;
mira los pájaros, por dios, miralos bien,
haciendo del mundo una fiesta,
así, ¿quién puede despedir a los muertos?
La solemnidad a la iglesia y en las plazas y parques
todos los hijos del tiempo y los nietos también
y los que se lavan los pies en la fuente
y los reyes del momento.
¿Es eso lo que quieren decir?
Todo el mundo está queriendo decir algo
y yo hablando pero en silencio.
¿Por qué se perturba el mundo cuando callo?
Todos los ojos de todas las mujeres y todos tus ojos mujer
y todos los ojos de los hombres y todos todos tus ojos, pequeña,
me miran, me cortan en pedazos, me interrogan
¿qué es lo que quieren que diga?
Espero entregado el puño cerrado o la garra atravezando el vientre
hasta hundir el codo.
¡Ay! Si solo supiera quien soy, yo también devoraría
mis entrañas con cuchara y cucharón,
empezando por los huevos y dejando siempre para el final lo mejor;
si pudiera untarme al suelo lo haría con gusto
y todas las rojas colinas te harían recordarme,
lamerías el pasto que ya no sería pasto
y al verte así agachada
desearía hacerme carne nuevamente
para tomarte por detras.
Lo siento, chicos, se acabaron las palabras dulces
y los domingos azulados;
la vida brilla en el vientre de los muertos no enterrados
y en aquellos por morir
y yo, que he cambiado,
no puedo volver atrás,
no puedo perder el tiempo en esos viejos disfraces,
en frases y antifaces,
no puedo estarme quieto.
 
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