30.3.06

Esas otras manos torpes: los pies

Y nos duelen
los talones
de tanto bailar
dormidos;
tengo frío
y no me puedo
despertar.

15.3.06

Como los pececitos

Las horas
sobre baldozas
duran segundos
luego se quiebran
y la distancia
es tan transparente
que te atravieso
sin darme cuenta;
y queda el olor
de la canela,
queda el rumor
en formas y muecas,
sombras
y onomatopeyas;

por ríos chiquitos
avanza la sed
y las ideas
que los navegan,
como los pececitos,
también desean,
y besan el aire,
besan el aire y se secan;

¡pero que tontos!
no lo saben,
nunca se dan cuenta
que no hay barreras,
tal vez flequillos
y zapatillas inquietas
y algun desnivel
de vereda;
verdad que no me importa,
ya, que llueva.

12.3.06

del verbo orbitar

Y en alguna órbita pequeña, tal vez,
me veas desde lejos
(sueño que me ves)
girar, girar en espiral,
(no necesito pies)
hasta salirme del caudal, girar,
hasta caer, tumbarme, tropezar, caer,
de tantas vueltas que tardé,
en acercarme
(la distancia emocional)
y decirte (al fin) que quiero sabotear
todas tus dudas, tus escudos
y algún que otro rencor,
cambiar tu idea del marrón,
mudarme a algún rincón
de tu cabeza,
o a un nudillo, a un talón,
tal vez detrás de una oreja
(la derecha)
pero siempre cerca
de la torre de control,
que (creo) late (aun).
Cerca,
para salvar las distancias,
o quizás salvarme a mí,
y hurdir un fracaso
con final feliz.
 
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